Can Punyetes

La oferta gastronómica de la ciudad condal en los últimos años se ha vista aumentada en progresión geométrica, introduciendo cocinas de insospechadas regiones geográficas.

Nos congratulamos de ello, pero, nada como nuestra cocina, nada como la cocina catalana, y por eso vamos a comer a Can Punyetes.
La cocina que podemos encontrar en cualquiera de los tres establecimientos de Barcelona ( o en los que hay en Sabadell, Figueres, Sort o Madrid) es cocina sencilla, hogareña, de la valiosa dieta Mediterránea, asequible y de calidad.
Se trata de locales de acogedor ambiente que nos hacen sentir como en casa, con estética rústica. Cálidos como los fuegos de leña que se usan para cocinar a vista del cliente. Sin crear exagerada ceremoniosidad entre cliente y personal, el servicio es siempre cordial, atento y ágil.
La gama de producto es siempre la misma, motivo por el cual su perfeccionamiento y asequibilidad de precio. ¡No por ello deja de ser variada su carta! La especialidad de la casa son los platos cocinados a la brasa: tostadas con embutidos, siete variedades de quesos y seis de patés. Pero nuestra preferida es la de escalibada con anchoas.

En cuanto a platos de carne se refiere, son todos aconsejables pues a la brasa siempre saben especial, es de agradecer platos contundentes que vengan con un buen acompañamiento a escoger entre tostada, alubias o patata a la brasa. Si optan por esta última, no se olviden de acompañarla con all i oli. Uf!

Y como entrantes tienen sabrosas ensaladas, espárragos caracoles a la llauna o pimientos del piquillo rellenos de carne. Desde aquí aconsejamos el xatò, sin duda alguna, el mejor que conocemos en la ciudad.

Si han quedado con alguien directamente en el local, es una buena excusa para llegar algo temprano y esperar con el bermut de la casa y unas aceitunas rotas. La única cosa que no está a la altura del menú es el vino de la casa, pero por una media de 10-15€ el cubierto, es más que correcto.
Vaya. Mejor que aconsejar tantos platos, aconsejo que lo tomen como lugar habitual de sus comidas y se dejen seducir, pues un servidor así lo hace.